Emigrar: 1 palabra, miles de sentimientos. Luisana Puy-arena hi!mundo 4 Comentarios 3671 Emigrar es una palabra que a muchos de nosotros nos puede generar terror: terror hacia lo desconocido, a aventurarse a un mundo nuevo, a conocer una cultura distinta, y sobre todo si estás tan arraigado a tu pertenencia y a tus costumbres. En mi experiencia, el solo hecho de pensarlo me daba pánico, pero a su vez, muy en el fondo, sentía que estaba a punto de realizar una gran y maravillosa aventura, que traía consigo una inmensa cantidad de dudas – «¿Será que estoy tomando la mejor decisión?» «¿Y si mejor me conformo y me quedo aquí?» «¿Conseguiré empleo?» «¿Viviré bien y tranquilo?» «¿Me tratarán bien…?» Esas son tan solo algunas de las preguntas de una interminable lista que no permite conciliar el sueño en absoluto, pero que, poco a poco, se van disipando y hacen ver que, sin duda, estamos tomando la mejor decisión. Ciertamente, marcharse de nuestra tierra natal no es fácil, son tantos los sentimientos y las emociones que nos embargan internamente, emociones que sin querer se posicionan en nuestra garganta, creando un gran nudo, acompañado de lágrimas en los ojos, sobre todo cuando nos detenemos a pensar en las cosas y las personas que dejamos atrás, los lugares que en algún momento constituyeron nuestros momentos más preciados, donde construimos tantas historias, historias que a pesar de la distancia siempre llevaremos en nuestra mente y nuestro corazón sin olvidar ningún detalle. Es duro dejar atrás todo lo que construimos, empezar de nuevo, visualizarnos trabajando en algo que jamás imaginamos, caminar como locos por horas para conseguir un empleo -en caso de que llegues sin uno-, dormir en un colchón inflable y sentirte orgulloso de haber comprado esa »primera cama»… sí, ciertamente es duro, pero es parte de la experiencia y al final serán anécdotas divertidas de contar. Sin duda, extrañamos el calor de nuestras familias y nuestra gente, los abrazos, las despedidas momentáneas y los «nos vemos ahora» que les decíamos a nuestros amigos, familiares y a nuestra mascota, pero ¿saben?, es increíble saber que, aunque estemos lejos, nadie se olvida y estamos más unidos que nunca, no importa donde estemos, nuestro hogar siempre estará con nosotros. Quizás sea un poco gracioso darnos cuenta de que podemos llegar a extrañar lo más mínimo, como, por ejemplo, ese ligero rayo de luz que entraba por la ventana a las 6:00 a.m., el sonido de la cama cuando te levantabas o el alboroto de las guacharacas y guacamayas que vuelan un domingo temprano sobre nuestra casa. Esos son pequeños detalles que probablemente llegaban a irritarnos, pero que, a fin de cuentas, rodeaban y hacían de nuestro día a día algo único. Nuestra comida es algo que añoramos con desesperación, ya sea porque es un plato típico de tu país o simplemente porque está preparada por nuestras madres y abuelas – cabe destacar que jamás igualaré su sazón único-; lo bueno es que podemos sacar a relucir nuestras dotes culinarias y creativas para no morir de inanición. Pese a todo, emigrar es una experiencia que nos permite madurar y crecer en todos los aspectos de nuestra vida, nos permite integrarnos a una nueva cultura y, a su vez, mostrar un poco de la nuestra. En el camino conocemos personas maravillosas que nos brindan un poco de calor hogareño y nos muestran con gran amabilidad todo lo bueno que nos otorga este cambio: solo abre los ojos y los sentidos y disfrútalo. ¿Recuerdan que dije que a pesar de que era presa del pánico y las dudas, sentía que iba a ser una gran aventura? ¡Wow, vaya que lo ha sido! »Enjoy the ride, love the ending» 4 Respuestas Maria Fugere 11 julio, 2017 Muy bien escrito, Luisana. Toma mucha valentia salir de nuestro lugar seguro. Mucha suerte 🙂 *te cuento que despues de tanto tiempo fuera de Venezuela, lo que mas falta me hace falta es la comida de mi mama – eso nuca cambiara! Responder Luisana Puy-arena 21 julio, 2017 Muchísimas gracias <3 Jamás, jamás cambiará 🙂 eso es seguro! Saludos. Responder yelitza 31 julio, 2017 Solo debo decirte Gracias, por entender el miedo, los sueños, las frustraciones. Ese aliento nunca debe acabarse, no se debe dar el ultimo aliento. Y pienso, si donde estas no tienes esperanzas, entonces no tienes nada. Las puertas están abiertas para trabajar por tus sueños. Responder NOESMODA 19 abril, 2020 Mil gracias por tu maravilloso comentario!! Responder Hacer Comentario Cancelar Respuesta Su dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web you MUST enable javascript to be able to comment
Maria Fugere 11 julio, 2017 Muy bien escrito, Luisana. Toma mucha valentia salir de nuestro lugar seguro. Mucha suerte 🙂 *te cuento que despues de tanto tiempo fuera de Venezuela, lo que mas falta me hace falta es la comida de mi mama – eso nuca cambiara! Responder
Luisana Puy-arena 21 julio, 2017 Muchísimas gracias <3 Jamás, jamás cambiará 🙂 eso es seguro! Saludos. Responder
yelitza 31 julio, 2017 Solo debo decirte Gracias, por entender el miedo, los sueños, las frustraciones. Ese aliento nunca debe acabarse, no se debe dar el ultimo aliento. Y pienso, si donde estas no tienes esperanzas, entonces no tienes nada. Las puertas están abiertas para trabajar por tus sueños. Responder