Del sufrimiento en la historia Ruling Barragan ART 1562 El filósofo judío Walter Benjamin (1892-1940), aunque casi desconocido para el público en general, es bastante célebre entre sus especialistas por su interesante ensayo Tesis sobre el concepto de la historia (1940). En este breve aunque difícil texto, Benjamin critica la idea de “progreso”, pues esta omite el sufrimiento y la muerte irreparables de las víctimas inocentes de la historia. Peor aún, para Benjamin, el celebrado progreso de la civilización se debe precisamente a la violencia ejercida sobre esas víctimas. Al respecto, muchos todavía suponen ingenuamente que los logros científicos y los avances políticos en un futuro llevarán a los seres humanos a una especie de paraíso terrenal. Sin embargo, al suponer esto, se olvidan de todas las personas que – eliminadas por la violencia en el pasado – no tendrían ninguna posibilidad de que sus vidas y dignidad sean restituidas. Esta es la consecuencia lógica de una visión materialista del mundo: los muertos en la historia, muertos están. Ya no hay nada que podamos ni debamos hacer para servirles. Nuestros compasivos recuerdos o respetuosos homenajes de lo que fueron sus vidas sólo sirven para apaciguar el dolor de nuestras conciencias, pero no para realmente revivirlos y devolverles su dignidad. “¿Qué pasa con los perdedores, con los vencidos, con los desechos de la historia? ¿Podemos concebir alguna esperanza para ellos? ¿Se ha pronunciado ya la última palabra sobre su dolor y su muerte?”, escribía Benjamin. Y aunque no responde a estas preguntas, contempla la posibilidad de que exista alguna forma de redención o salvación para los vencidos. Sin embargo, esta posibilidad – o esperanza, como tal vez sea mejor llamarla – sólo se encuentra en las cosmovisiones religiosas, que nunca olvidan a los que ya no están con nosotros y han enseñado siempre que existe una justicia eterna y perfecta. Siguiendo estas reflexiones, hay que subrayar que el concepto de dignidad humana es aplicable a todas las víctimas inocentes de la historia, no sólo a los que ahora vivimos. Sin embargo, si el mal sufrido por tales víctimas no puede ser realmente reparado, entonces la “dignidad humana” deviene en una miserable idea, deficiente y decepcionante en su alcance y contenido. Y nadie con un mínimo de sensibilidad e inteligencia, puede reconciliarse moralmente con una idea así menoscabada. ¿Qué sentido tiene la dignidad humana si la vida de un niño inocente, que es raptado, abusado y asesinado, no puede ser reparada? ¿Qué sentido tiene la dignidad de sus padres, si nunca podrán aliviar la pena y el dolor de tal muerte? ¿Qué significado puede tener el valor de la vida y la dignidad humana cuando – desde la aparición de nuestra especie en la tierra– se cometen horrendos crímenes que ningún esfuerzo o institución pueden reparar? ¿Y cuándo nuestra existencia es mancillada y destruida por catástrofes naturales, trágicos accidentes, o el horror de ciertas enfermedades? Si la vida humana tiene verdadera valía o es realmente digna, entonces no puede ser asimilada a una comprensión materialista de la historia y la naturaleza. Por todo lo anterior, cuando hablamos de la dignidad humana y tenemos en cuenta el problema de las víctimas inocentes de la historia, no podemos evitar alguna reflexión de tipo religiosa (teológica, filosófica, metafísica, o espiritual, si queremos llamarla de algún modo). Reflexión que no admiten aquellos que se suscriben a una visión materialista del mundo, pero que es inevitable si queremos seguir hablando con pleno sentido del valor de la vida y la dignidad humana; en especial, el que corresponde a aquellas víctimas, a las que en cada segundo que pasa no cesan de sumarse a ese ´matadero´ que es la historia, como la había llamado Benjamin. Hacer Comentario Cancelar Respuesta Su dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web you MUST enable javascript to be able to comment